Nunca deja de impresionarme el poder de un testimonio, y de nuestras acciones, por pequeñas que creamos que éstas sean.
En el año 1974, siendo yo un estudiante de décimo año en el Liceo Napoleón Quesada, en Guadalupe, San José, llegué al aula de mi sección y me encontré a un grupo de personas totalmente desconocidas para mí, ellos estaban repartiendo unos pequeños libros azules, que al recibir el mío de manos de un hombre mayor, me dí cuenta era un nuevo testamento distribuido por un Ministerio que se llama Gedeones Internacionales. Lo tomé, lo puse en el bolsillo de mi camisa, y en el primer recreo de esa mañana salí y como siempre hacía, me escapé del colegio para fumar y comencé a leerlo. En tres mañanas durante mis escapadas me lo leí completamente. Algo tuvo que suceder ahí, porque exactamente unos meses después, fué cuando conocí a Jesús como mi Señor y Salvador personal.
Gedeones Internacionales es un ministerio que ha distribuido más de 1.6 billones de Biblias y Nuevos Testamentos en el mundo entero desde 1908.
Pero la historia es esta; yo era un joven entre 16 y 17 años, el cual realmente no tenía mucho futuro. Ya conocía y practicaba muchas cosas que me auguraban un destino de destrucción. A esa edad el licor era uno de los problemas más serios en mi corta vida, al punto que ya acostumbraba ir solo a los bares a tomar, no necesitaba de amigos ni pretextos para hacerlo, lo hacía solo. Vicios me sobraban, por más buenas costumbres y una familia noble y recta en la que me crié, el enemigo estaba empeñado en destruir mi vida, estoy seguro que de no haber sido por la intervención milagrosa de Dios en mi vida, hace mucho yo estuviera o en una cárcel o muerto.
Un joven sin sueños, proyectos ni futuro; ¡ese era yo! Con vacíos tan profundos en mi alma, pero qué iba yo a saber lo que era el alma. Alguien por quien ninguno daría nada! Sin embargo Dios me miró! no sé porqué, porque nunca lo he entendido, y Dios nunca me lo ha respondido, pero El me miró! Por supuesto que sé que El nos ama, y es bueno y misericordioso…pero hay algo más, que es lo que nunca he entendido.
Volviendo al pequeño libro azul; unos 18 años después de haber conocido al Señor y de haber estado ya en el ministerio. Siendo un pastor ya reconocido, fuí invitado a dar mi testimonio precisamente a un Congreso de los Gedeones Internacionales, en donde tuve la oportunidad de compartir aquella experiencia con ese Nuevo Testamento en mi colegio, y cómo éste fue el instrumento que Dios utilizó para tocar mi corazón e iniciar un proceso el cual me llevó a rendir mi vida a los pies de Cristo.
Al final de la actividad se me acercó un anciano y con lágrimas en sus ojos me contaba que él era quien había visitado ese Colegio ese año, repartiendo junto con otros esos pequeños libros azules; abrazándome y dando gracias a Dios, porque nunca se imaginaba que ese librito que puso en las manos de un muchachito 18 años atrás iba a ser el medio para que Dios primeramente salvara a un alma destinada a la condenación, y no sólo la salvara, sino que Dios la levantara para que fuese un instrumento que literalmente haya tocado la vida de millones de personas a través de la televisión, la radio, la internet, campañas y un ministerio pastoral.
La Biblia dice; “porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún…” Hebreos 6:10
Definitivamente en el cielo vamos a llevarnos extraordinarias sorpresas, porque absolutamente nada de lo que hagamos aquí en la tierra queda sin fruto.
Honro y bendigo a todos y cada uno de los que por amor al Reino hoy están marcando la vida de muchos que como yo, por quienes hace 35 años nadie daba nada por ellos…pero que creyeron que la semilla siempre dará su fruto!
Pastor Hugo Solís.
www.pastorhugosolis.com